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A costa de los murcianos

López Miras compareció el 13 de enero por la tarde para anunciar las medidas que su Gobierno había decidido tomar con el objetivo de contener el preocupante incremento de las cifras de infectados por coronavirus en la Región de Murcia. Tras explicar que las causas del descontrol autorizado de Navidad estaban en los ciudadanos irresponsables, que derrotar a la pandemia es una pura cuestión de voluntad y dejar bien claro que la responsabilidad es de esos irresponsables y no de las autoridades competentes, procedió a enumerar las medidas del decreto. Si la realidad fuera tal y como la pintaba López Miras con sus palabras, nos sorprendería que estas medidas vayan a caer sobre toda la ciudadanía y no sobre ese pequeño grupo de egoístas a los que señalaba el presidente. Con toda la claridad de la que fue capaz detalló la medida, porque en realidad se trataba de una única medida la que venía a anunciar. Queda prohibida toda interacción social no reglada, es decir, fuera de los ámbitos educati
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Pablo Iglesias y las retóricas vacías

Pablo Iglesias s iempre ha tratado de dar a sus discursos un aire de sentido común fuertemente impostado en combinación con una serie de gestos efectistas y eficaces con el objetivo de captar la atención del espectador. Desde el "tic tac" a "el miedo va a cambiar de bando" pasando por la "cal viva" y el "cierre al salir" Pablo no ha dejado nunca pasar la oportunidad de acuñar frases que puedan quedar grabadas en la memoria del espectador, confeccionando en el proceso una política de gestos radicales que no suelen estar respaldados por hechos o un discurso sólido.  Ahora, tras haberse convertido Podemos bajo su mando en una carcasa vaciada de vida política y con el ansiado maletín de vicepresidente en sus manos, cabe preguntarse donde apuntaba Iglesias realmente. Si el objetivo de sus palabras era atacar a los rivales que señalaba (el PSOE, las "élites" o Vox, según el momento) o reforzar su posición como líder al frente del partido. La

Borbones al fin y al cabo

Juan Carlos I, rey de España hasta 2014 y digno miembro de su linaje, se ha quedado sin amigos. Sus vergüenzas fueron durante mucho tiempo un secreto a voces nunca aclarado gracias a la protección que le proporcionaban las élites españolas pero hoy, despojado del aura de impunidad indiscutible que acompañaba al cargo y cada vez más cercado por múltiples escándalos, vemos todos al rey desnudo. No deja de impactar el descaro y la mediocridad con la que se desenvolvía, manejando de continuo centenares de miles de euros en efectivo, entregando al banco suizo su dirección de Zarzuela y realizando personalmente enormes ingresos en el banco en Suiza. Las muy borbonas y millonarias revelaciones y la figura que se pintó de Juan Carlos durante décadas de estratega de gran valentía y visión preclara son demasiado contradictorias como para encajar.  Las excusas serviles de la prensa monárquica complican aún más la situación. Por un lado, tratan de separar la figura pública que con tanto esfuerzo h

Hitler, el Lejano Oeste y el legado colonial

A Hitler le encantaba el Lejano Oeste. Le fascinaba desde joven cuando leía novelas sobre el Oeste Americano del escritor alemán Karl May, que narraban aventuras muy del estilo del cine Western posterior, ambientadas en un Lejano Oeste poblado de vaqueros, bandidos e indios. Sin embargo, no eran solo la aventura y la exploración las ideas del Lejano Oeste que atraían a Hitler. También le resultaba atractiva la idea de un país, en este caso los Estados Unidos, que podía disponer de vastos territorios que poblar y en los que multiplicarse. Un país al que no le temblaba el pulso a la hora de quitarse de en medio a unos pueblos salvajes, inferiores e inasimilables que se resistían a dejar paso a una raza superior que se apropiaba de la tierra por la fuerza de las armas. Hitler entendía que el Este de Europa podía ser para Alemania lo que el Lejano Oeste para los Estados Unidos de América y asimilaba el destino de los Nativos Americanos al que esperaba a los pueblos eslavos bajo dominio ale

El mercado no es la naturaleza

Es fácil encontrar en Internet y en la vida cotidiana personajes que gustan de asemejar a las personas que vivimos en esta sociedad de mercado con animales viviendo en la naturaleza. Son fácilmente reconocibles porque a la hora de discutir problemas sociales no tardan en producir ingeniosos símiles darwinianos, referenciando fenómenos que todos hemos visto en los documentales de la naturaleza, como leones hambrientos que cazan gacelas o supuestos machos alfa que tienen gran descendencia. La argumentación de fondo que siguen se puede resumir a que en las sociedades meritocráticas y capitalistas de mercado sucede lo mismo que en la naturaleza: el más fuerte y/o apto sobrevive y medra. Este pensamiento es el darwinismo social y tiene una gran tradición: ha servido para justificar el imperialismo y la desigualdad desde hace más de 150 años.  Hoy día la variante del darwinismo social que más habitualmente nos encontramos es la de raigambre liberal, que pretende hacer pasar las desigualdade

Odio y coherencia emocional

Consumir los mensajes de los discursos de extrema derecha es agotador. La presentación tergiversada de la realidad con el objetivo de agitar emocionalmente al espectador tiene como resultado una frustración encendida sin salida que pretende usarse como combustible para alimentar futuras movilizaciones sociales y políticas. La fórmula que emplean, que tiene como objetivo provocar rabia visceral e indignación continua, vacía a quienes la consumen.  Además, estos discursos no pretenden presentar una oferta constructiva o un programa político con una dirección clara sino que se construyen a la contraria, uniendo unas ideas con otras en base a una estética de las emociones y los instintos. La única coherencia que a duras penas enlaza las posiciones que toman con respecto a los diferentes asuntos es la emocional. Una coherencia emocional total que arrasa con cualquier pretensión lógica y que nace de su desvergonzada hipocresía. Nada de esto es un accidente sino que forma parte de la idiosinc

Libertad y el barrio de Salamanca

Libertad es una palabra desgastada, que ha quedado perfectamente pulida y sin aristas de tantos que la han manoseado y utilizado. Es un canto rodado del río del lenguaje y de la historia, una curva eterna desde un extremo hasta su contrario, un baile de ondulaciones caprichosas esculpido por todas las manos por las que ha ido pasando. Libertad encaja donde sea, donde haga falta, incluso en los labios del tirano. Hasta en los discursos más totalitarios vamos a encontrar la palabra libertad colmada de laureles, situada en un pedestal. Hoy, igual que ayer y mañana, gritan libertad en las calles del barrio de Salamanca y en otros muchos barrios de España. Gritan y agitan banderas para reclamar una libertad egoísta e irresponsable, y para recordarnos a todos que consideran España suya. Una libertad frente a la sociedad, para independizarse de ella; una libertad frente al resto; libertad, en definitiva, para no contribuir. Son siempre los más pudientes quienes con mayor celo defienden su con