López Miras compareció el 13 de enero por la tarde para anunciar las medidas que su Gobierno había decidido tomar con el objetivo de contener el preocupante incremento de las cifras de infectados por coronavirus en la Región de Murcia. Tras explicar que las causas del descontrol autorizado de Navidad estaban en los ciudadanos irresponsables, que derrotar a la pandemia es una pura cuestión de voluntad y dejar bien claro que la responsabilidad es de esos irresponsables y no de las autoridades competentes, procedió a enumerar las medidas del decreto. Si la realidad fuera tal y como la pintaba López Miras con sus palabras, nos sorprendería que estas medidas vayan a caer sobre toda la ciudadanía y no sobre ese pequeño grupo de egoístas a los que señalaba el presidente.
Con toda la claridad de la que fue capaz detalló la medida, porque en realidad se trataba de una única medida la que venía a anunciar. Queda prohibida toda interacción social no reglada, es decir, fuera de los ámbitos educativo, laboral y sanitario, con algunas pequeñas excepciones. Esta dura medida se podría comprender mejor si la Comunidad Autónoma hubiera decidido cerrar las salas de juego, los centros comerciales o si hubiera tomado medidas en educación, que también cae dentro de su competencia. Ha preferido no hacerlo y así ha enviado un mensaje confuso para la gente y las Fuerzas de Seguridad que han de asegurar su cumplimiento. No es sino un palo de ciego más de mano de unas autoridades superadas y asustadas frente a la tragedia que se avecina.
Por encima de este Gobierno Autonómico incapaz de adoptar medidas coherentes se encuentra un Gobierno de la Nación preocupado ante todo por echar balones fuera y despejar culpa que les pudiera caer. Sí, la estrategia funciona a la perfección, al menos en la Región de Murcia. Doy la enhorabuena a Pedro Sánchez y su Gobierno, que han conseguido dejar de nuevo en evidencia a López Miras. Solo es una lástima que lo hayan conseguido a costa de los murcianos.
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