Juan Carlos I, rey de España hasta 2014 y digno miembro de su linaje, se ha quedado sin amigos. Sus vergüenzas fueron durante mucho tiempo un secreto a voces nunca aclarado gracias a la protección que le proporcionaban las élites españolas pero hoy, despojado del aura de impunidad indiscutible que acompañaba al cargo y cada vez más cercado por múltiples escándalos, vemos todos al rey desnudo. No deja de impactar el descaro y la mediocridad con la que se desenvolvía, manejando de continuo centenares de miles de euros en efectivo, entregando al banco suizo su dirección de Zarzuela y realizando personalmente enormes ingresos en el banco en Suiza. Las muy borbonas y millonarias revelaciones y la figura que se pintó de Juan Carlos durante décadas de estratega de gran valentía y visión preclara son demasiado contradictorias como para encajar.
Las excusas serviles de la prensa monárquica complican aún más la situación. Por un lado, tratan de separar la figura pública que con tanto esfuerzo han construido de Juan Carlos I de su vida privada, tratando de obviar que los vicios privados de los reyes son siempre problemas públicos, en especial cuando para satisfacer esos vicios el monarca se aprovecha de su cargo. Por otro lado, intentan distanciar la figura de Felipe VI de la de su padre, del mismo modo que en su momento se separó la figura de su padre de la de Franco. Por desgracia para ellos, esta vez difícilmente nos pueden convencer de que el actual rey nos ha traído la democracia y la libertad, del mismo modo que parece difícil que puedan evitar que Felipe VI se vea obligado a dar explicaciones y pruebas sobre qué le deja y qué no le deja su padre en herencia, ya que a las herencias no se puede renunciar parcialmente.
El verdadero juicio al que se ha de enfrentar Juan Carlos I, y por extensión la monarquía no es frente a un juez sino frente a la historia y los españoles. ¿Qué se le consintió?¿Qué papel político jugó en la transición y el 22-F?¿En qué consistieron sus relaciones con Mario Conde y otros miembros de la élite económica española de los 80 y 90, muchos de ellos caídos en desgracia?¿Como fue realmente su relación con González, Aznar y Zapatero?¿Quien y como le convenció para abdicar?¿Cuantos millones tiene en el extranjero?¿Qué va a suceder con la fortuna que ha ido acumulando, la recibirá Felipe VI u otros miembros de la Familia Real?¿Cuantos esfuerzos y dinero ha dedicado a lo largo de los años el CNI a proteger los enredos del monarca?
Una oscura sombra pesará sobre la monarquía mientras estas preguntan no tengan una respuesta satisfactoria y ningún exilio ni gesto vacío de disculpa podrá disiparla. Otro asunto, claro está, es si la monarquía podrá sobrevivir a las revelaciones. Eso solo lo pueden valorar quienes conocen y administran las respuestas.
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