El
12 de octubre de 2019 la catástrofe mil veces predecida y nunca
prevenida se materializó en las costas del Mar Menor. Como si de una
plaga bíblica se tratara, los peces trataban de salir de un agua que
se había convertido en un caldo mortal sin oxígeno suficiente como
para soportar su vida. Los vecinos consternados grababan con el móvil
estas imágenes que rápidamente se hicieron virales. Incompresión,
frustración y rabia invadieron los corazones de los habitantes de
los municipios ribereños y de toda la Región al mismo tiempo que el
miedo se apoderaba del palacio de San Esteban. Fernando López Miras,
presidente de la Región y digno heredero de más de 20 años de
gestión popular dio claros signos de no entender qué estaba
pasando. Su primera reacción fue afirmar, en un intercambio en
Twitter con la ministra Teresa Ribera, que él siempre se había
tomado muy en serio la situación del Mar Menor. Una excusa estúpida,
que lo señala como mentiroso o incompetente, ya que si tan en serio
se la ha tomado siempre cómo es posible que hayamos llegado a esto.
Al día siguiente en la misma red social afirmó que la tragedia
podría al menos servir para que mucha gente se diera cuenta de la
magnitud de los problemas del Mar Menor. De nuevo las implicaciones
son sonrojantes. ¿Estaba dejando entrever el presidente que el
Gobierno ha necesitado que pasara esto para tomarse este tema en
serio? ¿Que no ha sido hasta cuando la obviedad del desastre ha
puesto en peligro la continuidad del proyecto político del PP
regional que han pensado en tomar medidas reales?
El
trágico desastre del Mar Menor es el episodio final de la historia
de éxito de la administración del Partido Popular en la Región de
Murcia. Una historia de éxito nacida del Agua para Todos, el eslogan
mil veces esgrimido con gran éxito y que debía de servir de base
para el modelo económico de la Región. Un modelo basado en la
explotación intensiva de la tierra y de la mano de obra. Donde
siempre había habido secano ahora habría regadío de la mano del
trasvase. En la costa se repetiría lo sucedido ya décadas antes en
la Manga del Mar Menor. El crecimiento económico desde
aproximadamente la llegada del PP a la Región hasta la crisis
económica fue meteórico, y poner en duda sus cimientos suponía
recibir acusaciones de toda clase. La primera jarra de agua fría
cayó con la crisis ecónomica, ya allá por 2008, cuando se vio que
los cimientos de la economía regional eran tan precarios como los
cimientos de muchas de las viviendas de las urbanizaciones que habían
acompañado su crecimiento. Ahora, después de más de 20 años de
este experimento, empieza a ser difícil ocultar que no salen las
cuentas.
Juan
José Liarte, líder de VOX en Murcia, hacía una reflexión en la
cámara regional al final de su intervención en el pleno sobre el
Mar Menor. En esta intervención trasladaba la culpa a los deseos de
lujo y de consumo de la ciudadanía en su conjunto, que habrían
motivado a empresarios y políticos, al mercado en sí, a abusar del
ecosistema para satisfacerlos. Si bien es cierto que el nivel y modo
de consumo que mantenemos hoy día no es sostenible, esta reflexión
es obscena en los labios de un político murciano cuando se trata del
Mar Menor. Por una parte uno de los deberes de un político es asumir
su responsabilidad y adjudicar la que puedan tener otros, pero no es
de recibo que suba al estrado y diga que la culpa es de todos. Porque
si la culpa es de todos, la culpa no es de nadie, y por tanto nada
hay que investigar, nada hay que dirimir. Por otra parte, el
trasfondo de la declaración parece querer insinuar que ha merecido
la pena, que los apartamentos en la playa, las verduras fuera de
temporada y las casi dos décadas de crecimiento económico seguidas
de una de estancamiento comportaban de forma necesaria la destrucción
del ecosistema de la laguna, y esto no es cierto. La vergüenza
nacional del Mar Menor era evitable y tiene muchos padres que ahora
se desentienden del asunto. Tiene unos responsables muy claros, que
además se han beneficiado enormemente de los procesos que nos han
traído hasta aquí. Y ellos son los que tienen que dar la cara.
Porque quizá ellos puedan desentenderse y mirar hacia otro lado,
pero la Región y sus habitantes no pueden permitírselo. Es de
agradecer que Vox explicite con convencimiento y claramente todas las
animaladas que el PP murciano solo se atrevece a insinuar.
Es
doloroso recordar que uno de los motivos que se ha esgrimido desde
hace décadas para burlar y derogar toda protección ambiental en la
Región es que estas leyes iban a tener el efecto de robar la
prosperidad que desean todos los municipios vecinos, cuando el
resultado ha sido el contrario, las consecuencias de estas políticas
de abuso van a dañar ahora la economía de esas mismas zonas. Más
doloroso aún es ver cómo el PP no tienen la más mínima intención
de atacar la raíz del problema. Y es que no podemos esperar que lo
haga. Ellos mismos y su modelo son la raíz del problema. ¿Qué
podemos esperar del PP murciano, partido de gobierno a día de hoy?
Salvo sorpresa, y si el pasado sirve de algún indicativo, no podemos
esperar nada bueno ni digno. Dejación de las propias
responsabilidades, asunción de los méritos de otras
administraciones y adjudicación de las pifias propias a estas,
servilismo inútil a los intereses del partido en Madrid y negativas
a colaborar con el poder central por los mismos
motivos partidistas. Estas han sido las claves de la política del
Gobierno Regional en otras crisis recientes, como la del AVE.
Por
todo esto urge que Ciudadanos expulse al PP del palacio de San
Esteban. Cada hora que pasa con el PP en el poder es una hora perdida
para el Mar Menor, una hora más de destrucción nuestro patrimonio
natural y de saqueo de las instituciones públicas, una hora más de
mentiras, una hora más de bochorno nacional para los murcianos.
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