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Mostrando entradas de junio, 2020

Hitler, el Lejano Oeste y el legado colonial

A Hitler le encantaba el Lejano Oeste. Le fascinaba desde joven cuando leía novelas sobre el Oeste Americano del escritor alemán Karl May, que narraban aventuras muy del estilo del cine Western posterior, ambientadas en un Lejano Oeste poblado de vaqueros, bandidos e indios. Sin embargo, no eran solo la aventura y la exploración las ideas del Lejano Oeste que atraían a Hitler. También le resultaba atractiva la idea de un país, en este caso los Estados Unidos, que podía disponer de vastos territorios que poblar y en los que multiplicarse. Un país al que no le temblaba el pulso a la hora de quitarse de en medio a unos pueblos salvajes, inferiores e inasimilables que se resistían a dejar paso a una raza superior que se apropiaba de la tierra por la fuerza de las armas. Hitler entendía que el Este de Europa podía ser para Alemania lo que el Lejano Oeste para los Estados Unidos de América y asimilaba el destino de los Nativos Americanos al que esperaba a los pueblos eslavos bajo dominio ale

El mercado no es la naturaleza

Es fácil encontrar en Internet y en la vida cotidiana personajes que gustan de asemejar a las personas que vivimos en esta sociedad de mercado con animales viviendo en la naturaleza. Son fácilmente reconocibles porque a la hora de discutir problemas sociales no tardan en producir ingeniosos símiles darwinianos, referenciando fenómenos que todos hemos visto en los documentales de la naturaleza, como leones hambrientos que cazan gacelas o supuestos machos alfa que tienen gran descendencia. La argumentación de fondo que siguen se puede resumir a que en las sociedades meritocráticas y capitalistas de mercado sucede lo mismo que en la naturaleza: el más fuerte y/o apto sobrevive y medra. Este pensamiento es el darwinismo social y tiene una gran tradición: ha servido para justificar el imperialismo y la desigualdad desde hace más de 150 años.  Hoy día la variante del darwinismo social que más habitualmente nos encontramos es la de raigambre liberal, que pretende hacer pasar las desigualdade

Odio y coherencia emocional

Consumir los mensajes de los discursos de extrema derecha es agotador. La presentación tergiversada de la realidad con el objetivo de agitar emocionalmente al espectador tiene como resultado una frustración encendida sin salida que pretende usarse como combustible para alimentar futuras movilizaciones sociales y políticas. La fórmula que emplean, que tiene como objetivo provocar rabia visceral e indignación continua, vacía a quienes la consumen.  Además, estos discursos no pretenden presentar una oferta constructiva o un programa político con una dirección clara sino que se construyen a la contraria, uniendo unas ideas con otras en base a una estética de las emociones y los instintos. La única coherencia que a duras penas enlaza las posiciones que toman con respecto a los diferentes asuntos es la emocional. Una coherencia emocional total que arrasa con cualquier pretensión lógica y que nace de su desvergonzada hipocresía. Nada de esto es un accidente sino que forma parte de la idiosinc