Tengo 26 años y como la mayor parte de mi generación carezco de proyecto. La larga resaca de la crisis de 2008 en España ya nos apartó del comienzo de nuestra carrera profesional. Con retraso y más mal que bien algunos alargamos nuestros procesos formativos, la mayoría combinándolos con períodos de nini y trabajos puntuales en la economía informal. Muchos nos centramos en vivir porque no había prisa. Ya entraríamos a trabajar cuando mejorase la economía, cuando enontráramos algo de lo nuestro, cuando mereciese la pena. Cuando tienes 18, 19 o 20 años el tiempo parece no pasar. Siempre habrá días para hacer lo procastinado. Siempre parece que habrá tiempo suficiente hasta que llega el día en el que día ves cómo se acercan los 30 sin tener nada en el bolsillo. Por supuesto hay quienes a mi edad sí tienen algo en el bolsillo y se han colocado bien: están quienes se fueron a Alemania, Holanda o Inglaterra y han logrado establecerse; están quienes decidieron preparar oposiciones cuando par